Un alegato socialista contra la pobreza en 1929

Historia

El Socialista fue siempre muy sensible en la época de invierno en relación con el persistente fenómeno de la pobreza por ser un momento especialmente duro para muchas personas en la sociedad española entre los siglos XIX y XX, con frecuentes muertes en la calle, y otros episodios terribles. La atención a los pobres siempre fue muy deficiente, y hemos podido estudiar muchas críticas de los concejales socialistas para el caso madrileño sobre este particular. También las denuncias tenían que ver con la hipocresía de las clases altas hacia la pobreza. La solución pasaba por un cambio profundo, como no podía ser de otra manera desde la óptica socialista.

 

En enero de 1929 con un nuevo y frío invierno, el periódico obrero volvió a tratar sobre la indigencia. El frío intenso hacía reflexionar sobre la cantidad de hogares sin pan, sin vestido, sin calzado, en fin, careciendo de lo básico. Era verdad que en la época de Navidades y posteriormente la caridad se ponía en marcha con bonos de comestibles para personas pobres, pero el fenómeno de la pobreza desbordaba la situación. Pero era evidente que desde la perspectiva socialista la solución no estaba en la caridad sino por la justicia y la solidaridad.

Los socialistas también trataron mucho sobre la mendicidad y la forma de abordarla por las autoridades. En este artículo de enero también se planteó. En los momentos duros siempre salía esta cuestión en la opinión pública. Al parecer, en ese mes de enero el tema fue especialmente polémico en Oviedo donde la prensa se ocupaba de la “invasión” de mendigos que padecía la ciudad, y se denunciaba a los denominados profesionales de la limosna. Los socialistas no negaban que pudiera haberlos porque, afirmaban, en todas las clases sociales había pillos, a quienes había que castigar, pero eso no quería decir que no existieran la pobreza y la miseria más absoluta. Para quien quisiera verla en la capital de España no había más que acercarse a la Prosperidad, a Ventas del Espíritu Santo, por la Elipa, por la Alhóndiga, por los barrios bajos desde Atocha, siguiendo los dos lados de las Rondas de Toledo y Segovia, o saltando por encima del Campo del Moro hasta la calle Ferraz, por Vallehermoso y en Cuatro Caminos hacia Tetuán. Por todos esos sitios se podría descubrir el dolor vergonzante que se escondía entre cuatro paredes, con hambre y frío, soportando todo con estoicismo, en expresión del propio periódico. Pero esa situación no solamente se daba en Madrid. El periódico se preguntaba en qué región española se sufría más.

La solución pasaba porque todo el mundo trabajase, y en que la riqueza natural y la que producía el trabajo se distribuyese con equidad.

Hemos trabajado con el número 6214 de El Socialista de 9 de enero de 1929.

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