La Reforma protestante
A comienzos del siglo XVI tuvo lugar un proceso de indudable importancia religiosa, con muchas derivaciones políticas y hasta económicas. Estaríamos hablando de la Reforma protestante, que supuso la división del cristianismo occidental entre católicos y protestantes, pero que, además fragmentó a la sociedad europea, y generó conflictos y guerras entre diversos Estados, que se extendieron hasta mediados del siglo XVII.
Los orígenes de la Reforma protestante deben encontrarse en la crisis que padeció la Iglesia en la Baja Edad Media. El alto clero vivía con gran lujo y alejado de los principios que establecían los Evangelios. Por otro lado, la Iglesia había padecido un grave problema de autoridad en la época en la que llegó a ver tres papas. Por su parte, la formación de gran parte del clero era muy deficiente.
A principios del siglo XVI, la crisis religiosa se agudizó cuando los papas decidieron conceder indulgencias a todos aquellos que entregasen dinero para poder construir la nueva Basílica de San Pedro en Roma. Este hecho generó un aluvión de críticas. Un grupo de humanistas cristianos, entre los que destacaron Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam, denunció la situación de la Iglesia, la corrupción, la falta de preparación religiosa e intelectual de muchos sacerdotes y el apego a las riquezas y no a los valores cristianos profundos. Fue en este ambiente donde surgió la Reforma, aunque ninguno de los dos humanistas citados dio el paso para romper con la Iglesia Católica, aunque sus seguidores, especialmente los erasmistas tuvieron problemas cuando la Iglesia reaccionó más adelante.
La Reforma protestante fue iniciada por el fraile agustino alemán Martín Lutero, profesor de Teología en Wittenberg. En el año 1517 clavó en la puerta de la iglesia de dicha ciudad un documento que contenía 95 tesis, en las que resumía las razones de su crítica a la Iglesia. Ello provocó su excomunión y expulsión de la Iglesia. Lutero defendía una doctrina en la que se valoraba más la fe que las obras; lo importante era tener fe, y no tanto realizar determinadas acciones externas, como defendía la Iglesia Católica. Otro punto de la doctrina luterana sería la libre interpretación de la Biblia, que podía realizar cualquier creyente sin necesidad de una autoridad religiosa que lo supervisara. Para poder hacer posible esta libre interpretación había que traducir la Biblia y eso hizo Lutero al alemán en un esfuerzo intelectual considerable. Una tercera cuestión fundamental del luteranismo tenía que ver con el rechazo al lujo y las imágenes de los templos, a la jerarquía eclesiástica y al celibato de los sacerdotes. Por fin, solamente se admitían dos sacramentos: el Bautismo y la Eucaristía. La Reforma protestante no sólo tuvo consecuencias religiosas, sino también importantes repercusiones políticas, como venimos insistiendo desde el principio. Tras su excomunión, los príncipes del norte de Alemania, que estaban enfrentados al emperador Carlos V, apoyaron a Lutero, oponiéndose a la autoridad del papa y del emperador.
Esta división provocó que el emperador convocara una serie de reuniones o Dietas en Worms y Spira para intentar poner fin al cisma y evitar una guerra. Pero no se llegó a ningún acuerdo y las tropas imperiales se enfrentaron a las de los príncipes protestantes. Precisamente, el concepto de “protestante”, que, en realidad, no gusta a los cristianos no católicos, nació a raíz de estas Dietas donde tanto se discutió.
En 1555 se firmó la Paz de Augsburgo. Los príncipes del norte quedaron en libertad para decidir qué religión deseaban adoptar en sus dominios.
El protestantismo se extendió por toda Europa. Melanchthon se encargó de difundir las ideas de Lutero por toda Alemania.
Calvino, por su parte, defendió la necesidad de mantener una intensa fe personal, en la creencia de la predestinación y en el cumplimiento de una rígida moral. Creó un modelo nuevo de Iglesia, en el que los fieles elegían a los pastores y se regían por una estricta disciplina. Los calvinistas desmentían la autoridad del Papa y de los obispos, y creían en el libre examen de las Escrituras. El calvinismo aceptaría el Bautismo y la Eucaristía, pero solamente como símbolo, pues no creía en la presencia real de Cristo en ella. Intentó establecer en la ciudad de Ginebra, a mediados del siglo XVI, un gobierno de acuerdo a sus principios religiosos. El calvinismo se expandió, principalmente, por Suiza, Países Bajos, Escocia Alemania, y Francia (hugonotes)
Por fin, en Inglaterra, el rey Enrique VIII, opuesto al papa Clemente VII por no concederle el divorcio de su esposa Catalina de Aragón, decidió separarse de la Iglesia Católica en 1534. Promulgó el Acta de Supremacía, por la que proclamó que el rey era el jefe de la Iglesia de Inglaterra. Nacía el anglicanismo, con elementos católicos y protestantes.
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