Engels y el trabajo infantil
Para conocer la situación del trabajo infantil en las minas en la Inglaterra de la Revolución Industrial existe un documento excepcional. Se trata de la obra de Frederic Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, del año 1845:
"En las minas de carbón y de hierro, que son explotadas casi del mismo modo, trabajan chicos de cuatro, cinco y siete años. Pero la mayor parte tienen más de ocho años. Se los utiliza para transportar el material en pedazos, dle lugar donde es cortado a la calle, donde están los caballos, o bien al pozo principal, y también para abrir las puertas que separan los diversos compartimientos de la mina, para dejar libre paso a los obreros y al material y volver a cerrarlas. Para la vigilancia de estas puertas se emplean generalmente muchachos, los que de este modo, solos en la oscuridad, deben permanecer diariamente 12 horas, en un pasaje estrecho y húmedo, sin tener tanto trabajo como sería necesario, para evitarles la monotonía de no hacer nada, que idiotiza y embrutece... "Por el contrario, el transporte del carbón y del hierro es un trabajo durísimo, puesto que este material debe ser arrastrado en grandes cofines, sin ruedas, sobre el suelo desigual de las galerías, a veces sobre arcilla húmeda, o a través del agua, a menudo por declives abruptos y a través de pasajes escarpados, que obligan a los obreros a trepar con las manos y con los pies. Para cumplir este trabajo enervante, se ocupan muchachos de cierta edad y muchachas adultas. Según los casos, para arrastrar el cofín hay un obrero o dos jóvenes, uno de los cuales gira y el otro empuja. El trabajo de demoler con el pico, que es realizado por hombres adultos y por jóvenes muchachos de dieciséis años y más, es fatigosísimo. La duración corriente del trabajo es de 11 a 12 horas, a menudo más; en Escocia, hasta 14 horas y con frecuencia se trabaja a tiempo doble, de modo que todos los obreros durante muchos días seguidos, están bajo tierra en una actividad continuada de 24 horas, y a veces de 36 horas. Los muchachos y los jóvenes que están ocupados en el transporte de carbón y del hierro se quejan siempre de cansancio. Sucede, a menudo, que los muchachos cuando llegan a casa, se tiran sobre el piso de piedra, delante de la chimenea, y se quedan dormidos, de modo que no pueden tomar ningún bocado de comida y deben ser lavados mientras duermen y llevados a la cama por sus padres; sucede también que por el gran cansancio se echan en la calle, y en lo más avanzado de la noche son buscados y hallados durmiendo por sus padres. En general, estos muchachos se quedan en la cama la mayor parte de la semana; las iglesias y las escuelas son frecuentadas solamente por pocos, y en éstas los maestros lamentan la gran indolencia e incapacidad para cualquier estudio".
Hemos consultado el texto en un libro muy interesante sobre la historia de la infancia, y que recomendamos: Fe Bajo y José Luis Betrán, Breve Historia de la infancia, Madrid, Temas de Hoy, 1998, págs. 191-192.
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