Saborit contra la epidemia de hidrofobia en 1923
Andrés Saborit siempre fue muy activo en relación con políticas y cuestiones concretas en favor de los ciudadanos y ciudadanas de Madrid como concejal del Ayuntamiento de la capital y del resto de España como diputado en el Congreso de los Diputados. Encontramos en las fuentes infinidad de intervenciones suyas en este sentido, y de políticas impulsadas por el directa o indirectamente, además de ser portavoz de obreros y obreras en las instituciones. En este caso nos acercamos a sus gestiones contra la epidemia de hidrofobia que padecían los alrededores de Madrid a mediados del año 1923.
Como es sabido, la hidrofobia (rabia) es una enfermedad infecciosa, causada por un virus, que padecen ciertos animales, generalmente los perros, que se transmite a otros animales o al hombre por mordeduras.
Primero instó en el Ayuntamiento de Madrid para que se tomaran medidas para evitar a toda costa la propagación de la epidemia, y que estaba afectando a personas.
Para conseguir frenarla decidió hablar en el Congreso de los Diputados con el gobernador civil de Madrid, consiguiendo que dictara una circular. En la misma se hacía notar que se planteaba la circular para evitar la propagación de la rabia, transmisible a las personas por mordedura, y evitar los efectos mortíferos de dicha enfermedad porque ya se habían registrado casos.
La circular instaba a las autoridades municipales para que los perros propiedad particular llevasen la chapa indicadora de los datos de los dueños, que fueran conducidos con cadena o cordón, y provistos de bozal, recordando la distinta normativa existente, al respecto. Debían ser diligentes en la captura y eliminación de los perros vagabundos, abandonados o sin dueño conocido.
Los perros que hubieran mordido debían ser aislados y sometidos a observación, o enviados al Instituto de Alfonso XIII o a otro análogo. En caso de morir en un breve plazo debía remitirse su cabeza para el análisis a dicho Instituto, y se establecían las condiciones para el traslado. La persona mordida debía lavar inmediatamente su herida y cauterizarla con hierro candente o con tintura de yodo, o otras soluciones desinfectantes, y debía ponerse inmediatamente en tratamiento. También se ordenaba que se diera la información de todos los casos acontecidos al Gobierno civil, y se debía elaborar una estadística.
Hemos trabajado con el número del 9 de julio de 1923 de El Socialista.
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