La protesta republicana contra la prohibición para manifestarse de los diputados militares en 1883
Como es sabido, un enorme número de militares fueron políticos en la España del siglo XIX, tanto como presidentes del Consejo de Ministros, como ministros, senadores y diputados. Pues bien, aquí queremos acercarnos a un hecho acontecido en noviembre de 1883, gobernando José Posada Herrera, un personaje clave en la Restauración, en la denominada Izquierda dinástica, por su pericia en conseguir el control gubernamental en las elecciones.
Pues bien, en noviembre de 1883 hacía un año que había fallecido el destacado político republicano, y primer presidente de la Primera República, Estanislao Figueras, y por ello el republicanismo convocó a todos los “demócratas republicanos” el día 11 de noviembre en el Salón del Prado, con objeto de llevar en manifestación de duelo una corona a la tumba del político. Pues bien, el Gobierno a través del Capitán General de Madrid, dio una orden prohibiendo a los diputados que fueran militares acudir a este acto.
El periódico Las Dominicales del libre pensamiento protestó por esta prohibición en su número del 18 de noviembre.
Este hecho, al que hacían responsable no a la autoridad militar, sino al Gobierno, sería a ojos de la publicación un ejemplo que demostraría que los que se consideraban demócratas al servicio de la Monarquía y que habían querido hacer creer a los españoles que era conciliable la Monarquía con las libertades, que se gozaban en los Estados modernos, estaban dando claras muestras de que por ignorancia, malicia o por miedo faltaban a esas promesas.
Para el periódico había cosas elementales en democracia y que no admitían género alguno de duda, y entre esas estaba el derecho del diputado a intervenir en la vida pública, ejerciendo “la parcela de soberanía que el sufragio ha depositado en sus manos”. Eso habría sido negado por el Gobierno.
En consecuencia, se acusaba al Gobierno de desconocimiento absoluto del derecho de los diputados militares para negarles su derecho a asistir a la manifestación que los republicanos habían hecho en homenaje a Figueras.
En la argumentación se insistía en el hecho de que los diputados eran representantes, es decir, “personas esencialmente políticas”, y que, como tales, no ya por derecho, sin por deber, estaban obligados a responder ante sus representados. Eran diputados que votaban leyes, que intervenían en los debates parlamentarios, es decir, eran miembros de la vida política. Por eso, tenían derecho, como miembros políticos, de participar en actos políticos. Este hecho podía abrir la puerta a otros como el que un día recibieran la orden de no poder asistir a una sesión de las Cortes donde se tratase de cuestiones republicanas. Y ese era el problema, como vemos, que el acto era republicano en una Monarquía restaurada.
En realidad, como vemos, si se aceptaba que hubiera militares que participasen en la política, la argumentación republicana parecía muy sólida, ya que a un diputado no se le podía impedir asistir a actos públicos y políticos en un sistema político liberal.
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