María de Lluria y el sufragio femenino británico ante las elecciones de 1929
En 1929 tuvieron lugar unas trascendentales elecciones generales en el Reino Unido que desembocaron en la llegada de los laboristas al poder. Además, era la primera vez que en unas elecciones de este tipo ya podían votar todas las mujeres, como se dispuso en 1928, y no sólo las mayores de treinta años como se estableció en la posguerra.
Estas elecciones fueron muy seguidas por los socialistas españoles tan interesados en la importancia que estaba adquiriendo el laborismo, una cuestión que venimos estudiando desde hace tiempo en nuestras publicaciones. En este contexto, la escritora María de Lluria reflexionó en las páginas de El Socialista sobre el sufragio femenino británico a finales de mayo de 1929. El propio periódico obrero español trató también esta cuestión, como hemos estudiado en un artículo en este mismo medio de El Obrero, y que se puede consultar en la hemeroteca. María de Lluria demostraba en el mismo como la obrera británica tenía una clara conciencia.
El censo femenino era mayor que el masculino, por lo que pensaba que en las elecciones se haría notar, no como antes porque con la restricción de los treinta años votaban muchas menos mujeres. Y como, afirmaba, las jóvenes eran socialistas, los conservadores recelaban, pero un líder conservador había manifestado públicamente que las mujeres votarían por los tories porque afirmaba que su país era el de la tradición, y ya las mujeres estaban muy familiarizadas con las elecciones porque habían sido, siempre según lo manifestado por el político conservador, sus mejores agentes electorales, por lo que ahora no haría más que “intensificar sus antiguos procedimientos”.
Esta alusión a los “antiguos procedimientos” fue lo que llamó la atención de nuestra escritora, calificándolos de muy curiosos. Contaba que las damas del Partido Conservador visitaban los centros laboristas, pero se guardaban mucho de hacer propaganda electoral, aunque, realmente, la hacían, pero procuraban ocultarla dando a su visita otros pretextos como hablar de mutualismo, de higiene infantil, de agricultura, de industria, de protección a las obreras, etc., pero sin alusiones políticas o electorales. De eso se encargaban los folletos que, a los pocos días, llegaban masivamente a dichos centros donde las mujeres recordaban la amabilidad de las señoras que habían ido unos días antes.
Pero María de Lluria pensaba que las mujeres laboristas, educadas en la escuela del feminismo austero, no eran tan fáciles de embaucar, y que comprendían lo que había detrás de las visitas de las señoras conservadoras. Las obreras no se dejaban engañar. En el momento que esas señoras, verdaderos agentes electorales, llegaban a sus centros, barrios o viviendas, sabían perfectamente a lo que venían. María de Lluria consideraba que la conciencia de esas mujeres obreras había evolucionado mucho, en el contexto de un país caracterizado por el civismo y la formación de su electorado.
Hemos trabajado con el número 6336 de El Socialista.