Las respuestas del diputado Bruno Alonso a la encuesta del Heraldo de Madrid en el verano de 1931

Historia

El Heraldo de Madrid abrió una encuesta en el verano de 1931, celebradas las elecciones a Cortes Constituyentes, dirigida a los recién elegidos diputados sobre la gestión del Gobierno Provisional con las siguientes cuestiones:

  1. La libertad de cultos.
  2. Reorganización del ejército.
  3. El sistema electoral.
  4. Los conflictos sociales.
  5. La enseñanza.
  6. La política económica.

Entre los que contestaron hubo, lógicamente, diputados socialistas. En este artículo analizamos la opinión de uno de ellos, Bruno Alonso González, destacado socialista santanderino, fundador de las Juventudes Socialistas de Santander, fundador y primer presidente del Sindicato Metalúrgico Montañés, con cargos de responsabilidad en la UGT, la Agrupación Socialista de Santander y en la Federación Socialista Montañesa, además de miembro del Comité Nacional del PSOE, entre otras responsabilidades, y que podemos consultar y ampliar en el Diccionario Biográfico del Socialismo Español.

Sobre la cuestión religiosa, Bruno Alonso consideraba que la acción realizada era muy “plausible”, pero, además de haber conseguido dicha libertad, opinaba que debían confiscarse todos los bienes de la Iglesia.

En materia militar también elogiaba lo hecho, pero fiel al espíritu primigenio socialista consideraba que había que terminar con todo tipo de fuerzas, sustituyéndolas por las guardias de frontera, y en caso de guerra debía ser el pueblo armado el ejército defensor.

Bruno Alonso se manifestaba en materia electoral firme partidario del reconocimiento del derecho al sufragio femenino. Además, consideraba que este reconocimiento no suponía “en la mujer un peligro por su supuesto influido de conciencia”, es decir, que podemos interpretar que Alonso creía que la mujer no recibía influencia de la Iglesia, como pensaba una parte importante de la izquierda.

Alonso consideraba que el ministro de Trabajo que, como bien sabemos, era Largo Caballero, había realizado un gran esfuerzo por el derecho de los trabajadores, aunque, en línea con lo que había expresado en otros puntos, era insuficiente. Ante el extremismo de los anarquistas y de los patronos creía que había que ser mucho más audaces, aunque eso supusiese la merma de los privilegios que hasta ahora habían disfrutado los segundos.

Aunque se había progresado había que resolver muy pronto el derecho indiscutible de los obreros en materia educativa. También abogaba por los maestros de las escuelas laicas, recogiendo sus derechos en el escalafón y el retiro. Recordemos el conflicto laboral que se generó cuando se implantó la enseñanza laica pública, y los maestros de las escuelas laicas quisieron ingresar en el cuerpo de maestros, al considerar que era un derecho por sus esfuerzos que habían ayudado al cambio educativo con la República, asunto en el que siempre recibieron el apoyo socialista, pero que no se resolvió a su favor, con fuerte debate parlamentario.

Por fin, en materia económica pensaba que había que entregar los latifundios andaluces y extremeños a los Ayuntamientos, expropiándolos, para ser cedidos a los Sindicatos obreros con el fin de que pusieran a trabajar esas tierras, resolviendo la situación de los campesinos. Además, defendía la supresión de los impuestos sobre el trabajo, y gravar el lujo y el capital.

Hemos consultado el número 7013 de El Socialista, del 1 de agosto de 1931.

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