El motín del pan o del hambre aconteció en Córdoba en 1652 y obedeció a las características propias de un motín de la época preindustrial. La ciudad andaluza sufrió una grave epidemia de peste entre 1649 y 1650, para luego asistir a un incremento sustancial de los precios de los cereales por las malas cosechas. La situación era tan delicada que estalló un motín el 6 de mayo de 1652 a partir de un hecho que desencadenaría la violencia, la muerte de un niño del Barrio de San Lorenzo a causa del hambre. Su madre recorrió las calles gritando, provocando una rápida movilización de otras mujeres que increparían a los hombres para iniciar la protesta. Es importante destacar cómo estos motines solían estallar en la primavera cuando escaseaba ya el trigo, en víspera de la siega del comienzo del verano. Los precios subían considerablemente, y más si había habido mala cosecha. Por otro lado, debe tenerse en cuenta también el papel de las mujeres en este tipo de revueltas, al ser las que más conocían las consecuencias de las subidas de precios.