Las batallas electorales: reflexionando en 1923
Seguimos con nuestro particular rescate de materiales históricos al calor de las elecciones, buceando en la campaña electoral socialista de abril de 1923 para las últimas elecciones generales del reinado de Alfonso XIII.
Hoy planteamos la cuestión de las “batallas electorales”, que no se ganaban solamente con entusiasmo, sino con votos, una obviedad podríamos decir, pero que El Socialista (martes, 17 de abril) consideraba necesario recordar en aquella primavera.
Era evidente que el entusiasmo era importante para los socialistas porque, como hemos comprobado en nuestras investigaciones, se asociaba a la voluntad, la gran virtud para los mismos. Pero el entusiasmo tenía que ser útil, y para ello había que aplicarlo a fines concretos y a objetivos inmediatos. Los entusiasmos “abstractos” eran entusiasmos que se agitaban en el vacío, es decir, el socialismo defendía lo práctico, lo útil, lo que debía servir.
Para ganar las elecciones había que conquistar a los electores, a través de la propaganda pública y también la individual. Los oradores en los mítines, los afiliados que pegaban carteles, los compañeros que distribuían manifiestos y todos los que en los Centros socialistas trabajaban todas las noches en la “anónima tarea electoral” contribuían con su esfuerzo perseverante a la propaganda pública y, por tanto, al triunfo electoral.
Los que no se dedicaban a estas tareas debían aplicar sus esfuerzos a la propaganda individual. Cada voto, para los socialistas, era muy valioso porque unas elecciones se podían ganar o perder por un solo voto. Cada socialista debía concentrar su entusiasmo en conquistar cuantos electores pudieran con el fin de multiplicar los votos. Las batallas electorales se ganaban mas que con entusiasmo con electores. Así pues, entusiasmo pero dirigido a conseguir votos.
De nuevo, recomendaciones a tener en cuenta por los dirigentes del PSOE.