Cultura Integral y Femenina y el voto femenino en 1933
Las elecciones del otoño de 1933 han pasado a la historia por ser las primeras en las que las mujeres españolas pudieron votar, después de haberse reconocido su derecho al sufragio en la Constitución de 1931. En este trabajo queremos estudiar cómo se afrontaron estos comicios en la revista Cultura Integral y Femenina, de tendencia republicana, que podríamos situar entre el centro derecha y el centro izquierda, a través de un artículo con el significativo título de “A votar”, firmado por María Brisso, la redactora jefe.
Era evidente que la revista femenina llamaba a votar a las mujeres porque si no se aprovechaba este derecho no había motivo para quejarse de que posteriormente hubiera “menos justicia, menos libertad, más inquietudes”. No votar suponía permitir que las ideas que las mujeres creían perjudiciales tuvieran campo libre o que se pudieran poner en peligro las que se estimaban. Se hacía un llamamiento a las mujeres para que votaran en cuanto madres para preparar las leyes que se querían para los hijos, y se pedía que las mujeres como tales acudieran a las urnas para contribuir a que “vuestra tranquilidad, vuestros medios económicos, vuestro ambiente espiritual, sea el que más anheláis”. Votar era contribuir a un mañana mejor.
¿Y a quién había que votar? La revista no recomendaba ningún sentido del voto, apelando a que la misma no hacía política, pero, sobre todo, porque estaba hecha por mujeres de muy distintas tendencias en plena tolerancia. Cada redactora o colaboradora de la revista votaría según sus propias ideas, sin consigna alguna interna ni externa.
Pero, curiosamente, la revista, aún proclamándose feminista, planteaba, o por lo menos, María Brisso, que en casa cada mujer tenía un consejero muy cercano a la hora de pensar a quién votar: el padre, el marido, el hermano mayor, porque, “el voto no debe ser un motivo de desunión en la familia”, ya que ésta era la “célula primitiva y fundamental en la que se asientan las religiones y las sociedades”, y debería tener, además de una unidad económica y sentimental, una unidad espiritual. El voto no podía ser pretexto para romperla. En conclusión, al final, estamos viendo que la mujer debería votar lo que el hombre más destacado de la familia aconsejase. Y en caso de no contar con un hombre familiar siempre se podía acudir a un hombre amigo culto y leal que podría ilustrar en las dudas.
Por otro lado, también es cierto que Brisso criticaba la supuesta preparación masculina en política. Tradicionalmente, se decía que las mujeres eran menos cultas y estaban peor preparadas, pero la redactora explicaba que, a menudo, no escuchaba de los hombres mas que necedades. Se avergonzaba de su ignorancia y del espanto que le causaban tanta pasión, las pocas razones que se aducían, las afirmaciones rotundas y sectarias y la falta de argumentos lógicos, todo sazonado con adjetivos e insultos, en vez de con exposición de ideas y hechos. Brisso consideraba que la prensa estaba llena de amenazas, golpes, tiros, muertes y violencias, achacables a la derecha, la izquierda y el centro. De lo que estaba segura la autora era de dos cosas, que la falta de cultura y preparación de las mujeres no era achacable a las mismas, y de que peor que los hombres no lo harían.
Sobre la prensa femenina de entreguerras nos parece muy sugerente, y donde se alude a la revista que aquí nos ocupa (datos que luego se recogerán en la página que la Hemeroteca Digital de la BNE ha dedicado a la revista, y a los que aludíamos en el primer artículo que publicamos en El Obrero sobre esta revista), la consulta del trabajo de Matilde Eiroa, “La popularización del saber y la “generación de las modernas”; revistas y espacios femeninos en la España de entreguerras”, en Amnis, (2015) en la red. Algunos datos de María Brisso en, Daniéle Bussy Genevois, “La función de directora en los periódicos femeninos (1862-1936)”, en el libro de homenaje a Jean-François Botrel, (en la red). Como fuente hemos empleado el número del 15 de noviembre de 1933 de Cultura Integral y Femenina, que se puede consultar en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional.