Los socialistas ante el Tratado del Protectorado de Marruecos (1912)

Historia

El Protectorado español en Marruecos nació a partir del establecimiento del Protectorado francés. A raíz de la crisis franco-alemana de 1911 en Marruecos, ambas potencias llegaron al acuerdo de que Francia cedía territorios en África Ecuatorial a Alemania, pero ésta renunciaba a Marruecos, aceptando el Protectorado francés sobre el mismo.

 

En marzo de 1912 el sultán firmaba con Francia el Tratado de Fez que establecía oficialmente el Protectorado. Por su parte, el 27 de noviembre de ese año Madrid y París firmaban un Tratado por el que Francia reconocía que en el territorio norte de Marruecos se establecería el Protectorado español, que tendría su capital en Tetúan. Dicho Tratado tuvo que ser ratificado en las Cortes.

Pues bien, la aprobación parlamentaria provocó la reacción de los socialistas, que estudiamos en este apunte.

El Tratado ratificado por las Cortes españolas suponía a juicio de los socialistas dar apariencia de legalidad al despojo cometido con el Imperio marroquí. El Tratado habría repartido de forma amigable, aunque no por igual, el territorio de Marruecos entre ambos países con el beneplácito internacional.

El mundo político y el de los negocios se había alegrado por la terminación de un acuerdo que había hecho dueña a España de unos miles de kilómetros cuadrados en el norte de África. Los socialistas no entendían que se juzgara este hecho como un triunfo sonoro de la diplomacia española cuando lo obtenido había sido porque era lo que habían querido dar quienes dominaba la escena internacional.

El nombre de protectorado solamente era un disfraz para desarrollar una obra de conquista por parte de Francia y España. Pero también era cierto que la firma del Tratado acarreaba a España una carga muy onerosa, que se pagaría con un gran peso de oro y sangre, en detrimento de otras prioridades fundamentales para los españoles.

Los socialistas vaticinaban un gran gasto en obras públicas, y sin mucho beneficio a cambio porque los negocios que se estaban desarrollando o se desarrollaran estaban en “manos extrañas”.

Nadie podía decir que la acción militar en Marruecos en las proximidades de las plazas españolas, que tantas vidas y dinero habían costado desde los días de julio de 1909, tenía como fin descongestionar Ceuta y Melilla, ya que se encontraban ahogadas. Los verdaderos móviles habían sido agrandar los dominios mediante anexión de territorios conquistados por la fuerza de las armas. El objetivo era, en coordinación con Francia, adueñarse de Marruecos. Ya se había conseguido con el Tratado. Pero eso no prometía ventajas para España, porque aún estaban muy cerca los desastres coloniales debidos a la ineptitud, una ineptitud que se podía ver ya en el propio Marruecos, donde después de varios siglos solamente se habían conseguido dos plazas, y ni se había hecho una obra de atracción entre la población, que profesaba un odio secular hacia España.

Pero, además, como el régimen imperante en Melilla había sido exclusivamente militar, a pesar de cierto desarrollo de la población civil, cabía suponer que sería el mismo que iba a imperar en el resto del territorio asignado. En ese ambiente era muy difícil que se pudiera generar riqueza porque no era el propicio para que se desenvolviesen negocios. Y aún en el supuesto de que se pudieran crear trabajo sería muy complicado desarrollar la organización obrera porque los marroquíes trabajan por salarios muy bajos, es decir era competidores invencibles.

Las únicas ventajas de la creación del Protectorado eran para los militares y los burócratas.

La crítica socialista no insistía mucho, como vemos en el coste humano que suponía el Protectorado, aunque se aludía lo que había pasado antes, especialmente, en 1909. En todo caso, cuando la guerra se intensificase ese sería siempre el principal argumento socialista contra la presencia española en Marruecos. La sangría humana, con el culmen del Desastre de Annual, siempre, remarcamos, estuvo en la mente y en la acción socialistas. Por el momento, se insistía más en que dicha presencia en el norte de África no suponía ventaja económica alguna, sino gastos que no se haría en favor de las necesidades de la mayoría de los españoles, y tendría repercusiones en el propio desarrollo de la organización obrera en el territorio nuevo, aplicándose el viejo argumento de la competencia laboral y salarial de las mujeres al caso de los marroquíes. Mujeres y marroquíes trabajaban por menores sueldos y eso creaba problemas para luchar por la subida de salarios. Como sabemos, en el caso de las mujeres costó que el movimiento obrero terminara por superar esta concepción, pero no sabemos si lo hizo para el segundo caso, un asunto posible a estudiar.

Hemos consultado el número 1393 de 20 de diciembre de 1920 de El Socialista.

Este sitio utiliza cookies. Al seguir navegando entiendo que aceptas mi política de cookies.
Más información Entendido