Luis Araquistain y la diplomacia socialista
Al menos, en dos ocasiones hemos analizado en estas mismas páginas de El Obrero lo que desde el socialismo español se decía sobre la reforma de la diplomacia española, tanto en la época de Alfonso XIII y en la Segunda República. Hoy queremos compartir con el lector la visión de uno de los intelectuales más destacados del socialismo español, Luis Araquistain, acerca de la diplomacia socialista.
Se preguntaba Araquistain cómo sería la diplomacia en un mundo socialista, un interrogante que a él le parecía natural hacerse porque era un socialista circunstancialmente metido a diplomático. En este sentido, como es sabido, se encontraba en esa época al frente de la embajada española en Alemania, un momento clave en la historia de dicho país y del mundo, ya que lo fue hasta mayo de 1933, ya con Hitler en la Cancillería.
La diplomacia socialista no sería igual a la presente, especialmente en lo referido al intercambio económico entre los Estados. Los tratados de comercio ya no tendrían razón de ser porque el comercio internacional lo harían los propios Estados, cambiando directamente los productos sin intermediarios, superando la tradicional controversia entre proteccionismo y librecambismo.
Eso no era utópico en su opinión, porque muchos gobiernos lo estaban comenzando a aplicar, y no se refería solamente al caso soviético, aunque se paró un poco en esta cuestión realizando una reflexión harto sugerente. Para Araquistain los Soviets estaban perdiendo cada día su poder de contagio sobre las masas obreras, pero, cada vez más, su socialismo de Estado influía más y más sobre los políticos, intelectuales y financieros del resto de países. Y eso se veía en el hecho de que en todas partes se hablaba de planes económicos, aunque se renegase en Occidente de los métodos políticos rusos. Se condenaba la ideología y su táctica revolucionaria, pero se estudiaba su técnica.
Y fruto de esto, ya se imitaba en el comercio internacional, poniendo algunos ejemplos de gestión de acuerdos entre los gobiernos de distintas partes del mundo, con intercambio de productos. Y era, insistía un comercio entre Estados, cuestión que le parecía muy interesante, sugiriendo que la República española fuera pensando en este tipo de comercio.
Pero, ¿en realidad esa sería una diplomacia económica socialista?, ¿no estaba reflejando Araquistain, realmente, el cada vez mayor papel del Estado en la economía ya en el período de entreguerras, eso sí cuestionando el liberalismo económico clásico, pero dentro de las premisas del capitalismo?
El texto fue escrito en Berlín, en abril de 1932 para el número extraordinario del primero de mayo de ese año de El Socialista.
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