La reconcentración del general Weyler

Historia

Los campos de concentración tuvieron su origen en dos situaciones bélicas contemporáneas: la Guerra de Cuba y la Guerra de los Boers, siendo dos militares los que diseñaron estos dos precedentes, el general Weyler para el primer caso, y el general Kitchener para el segundo. En todo caso, habría algunos precedentes en la Guerra de Secesión americana.

 

La situación en la Guerra de Cuba no era favorable a las armas españolas, desde el levantamiento de 1895. La estrategia de Martínez Campos había fracasado porque los rebeldes (mambises) contaban con el apoyo de la población, sin olvidar el de los contrabandistas norteamericanos desembarcando armas, antes de la declaración de guerra estadounidense.

Cánovas del Castillo decidió sustituir a Martínez Campos y nombró a Valeriano Welyer como capitán general. El nuevo responsable decidió practicar la reconcentración, según dos bandos de 1896, uno de febrero para los habitantes de las jurisdicciones de Sancti Spiritus y las provincias de Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, y otro de octubre ya con carácter general. Tres cuestiones son claves en la reconcentración:

“Todos los habitantes de las zonas rurales o de las áreas exteriores a la línea de ciudades fortificadas, serán concentrados dentro de las ciudades ocupadas por las tropas en el plazo de ocho días. Todo aquel que desobedezca esta orden o que sea encontrado fuera de las zonas prescritas, será considerado rebelde y juzgado como tal.”

“Queda absolutamente prohibido, sin permiso de la autoridad militar del punto de partida, sacar productos alimenticios de las ciudades y trasladarlos a otras, por mar o por tierra. Los violadores de estas normas serán juzgados y condenados en calidad de colaboradores de los rebeldes.”

“Se ordena a los propietarios de cabezas de ganado que las conduzcan a las ciudades o sus alrededores, donde pueden recibir la protección adecuada.”

De esta manera, pretendía que los mambises no tuvieran ayuda alguna. Además, Welyer divide la isla de Cuba en varias zonas divididas por “trochas”, murallas con puestos de vigilancia para aislarlos. Estas medidas fueron acompañadas de profundas reformas del ejército, con el fin de que fuera más eficaz.

Al principio, las zonas de confinamiento tenían condiciones razonables de habitabilidad, y hasta se dispusieron tierras próximas para que fueran cultivadas, pero eso duró poco. Las autoridades españolas no pusieron mucho interés en que se cumplieran las órdenes, y además, estas zonas terminaron por desbordarse. Hubo algunos filántropos que intentaron remediar los problemas que comenzaron a darse, pero otra parte de la opinión pública pro-española consideraba que los campesinos eran responsables de su suerte por su apoyo a los rebeldes.

Las zonas de reconcentración terminaron por convertirse en verdaderos infiernos de hacinamiento. No se pudo asegurar el abastecimiento de comida, y no contaban con condiciones higiénicas adecuadas, especialmente en relación con el agua y el saneamiento. Se desataron los casos de disentería y las infecciones de tipo gastrointestinal. La desorganización terminó por triunfar. Como suele ocurrir en casos semejantes, los datos sobre afectados varían porque no hay fuentes rigurosas. Se calcula que la reconcentración pudo afectar a unos 400.00 cubanos, y pudo provocar hasta 170.000 víctimas. Las medidas de Weyler fueron difundidas y duramente criticadas por la prensa norteamericana, sin negar que, en muchas ocasiones, se exageró, dentro de la campaña mediática que buscaba la intervención del país en el conflicto. En todo caso, algunos historiadores hablan de verdadero genocidio.

Weyler sería relevado en 1897, sustituido por el general Ramón Blanco, que en marzo de 1898 derogó el Bando de la Reconcentración, intentando dar un giro a la situación con una política favorable para la autonomía, pero este cambio llegaba ya muy tarde.

Es muy ilustrativa la consulta de los trabajos de Miguel Leal Cruz sobre esta cuestión. En la red podemos acercarnos.

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