El ataque a la jornada de ocho horas en Portugal (1922)
Fue obra del primer ministro socialista en un gobierno portugués, es decir de Augusto Días da Silva, personaje al que dedicamos un artículo monográfico, que se sacara adelante una ley sobre las ocho horas en el país vecino. Pues bien, como en otros lugares, esta conquista fue cuestionada por parte de los empresarios. Y el ataque se encubrió a través de la propia legalidad, es decir, con el Reglamento que desarrollaba la Ley, como informaba el corresponsal de El Socialista en Portugal, el también socialista Fernandes Alves, en agosto de 1922.
El Reglamento había tardado en salir y un socialista ya no estaba al frente del Ministerio de Trabajo (lo había estado en 1919). Pues bien, en el verano de 1922 salió, por fin el Reglamento que desarrollaba la Ley, y según Fernandes Alves, después de una campaña patronal que atribuía a la jornada de ocho horas la falta de producción. El problema era que el Reglamento, como informaba el corresponsal, modificaba fundamentalmente la Ley, cuando no podía hacerlo, destruyendo la labor del ministro. La Ley decía que el período máximo de trabajo diario no podía sobrepasar de ocho horas al día o cuarenta y ocho horas a la semana. Pues bien, el Reglamento disponía que los establecimientos y empresas podían realizar acuerdos “en interés común” con sus empleados y obreros, siempre que a los establecimientos o empresas les interesase o fuera costumbre de la región, y los intereses generales no se perjudicaran, y con justificación, pero, en todo caso, el trabajo no podría exceder de doce horas diarias.
Además, la Ley determinaba que el trabajo extraordinario se pagaría con un aumento del cien por cien sobre el trabajo normal considerado éste como de ocho horas, pero el Reglamento falseaba esta disposición porque el mismo consideraba que el trabajo extraordinario era el que excedía del trabajo normal o jornada convenida. El Reglamento levantó protestas por parte del movimiento obrero portugués. Fernandes Alves auguraba que si se ponía en marcha surgirían conflictos. Entre las protestas estaba la del Partido Socialista.
Hemos trabajado con el número 4209 de El Socialista, del día 8 de agosto de 1922.
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