Un ejercicio de anticlericalismo de las Juventudes Socialistas en 1929

Historia

En el mes de mayo de 1929 tuvo lugar el III Congreso Ordinario del período de refundación de las Juventudes Socialistas de España, o el VIII si seguimos el orden de Congresos Ordinarios desde el primero, celebrado en abril de 1906. En el mismo se discutió sobre la imposibilidad de que los afiliados perteneciesen a ninguna organización de carácter religioso, que se defendió desde las Juventudes de Alcoy. Además, las Juventudes de Pueblo Nuevo-Ventas (Madrid) defendieron la exclusión de la Juventud de los afiliados que contrajeran matrimonio canónico.

 

La primera objeción que se presentó era que podía darse el caso que alguna entidad de tipo cooperativo o mutualista tuviera un carácter religioso y si se aprobaba lo primero propuesto podía generar algún prejuicio a los jóvenes que pertenecieran a esas organizaciones.

En ese momento, un delegado recordó que Tomás Meabe, es decir, el fundador de las Juventudes Socialistas, había afirmado en su día que ningún joven socialista podía pertenecer a una entidad religiosa.

La segunda objeción partía del hecho de que podía haber jóvenes que perteneciesen a confesiones no católicas, y eso no podía ser motivo de exclusión, ya que, según el delegado que planteó la cuestión, las creencias religiosas pertenecían al “fuero íntimo”, y en el mismo no se debía intervenir. Otros delegados insistieron en que había que separar claramente lo que era religión del clericalismo.

A tenor de todo esto, la delegación de Alcoy expresó que su proposición no tenía por objeto hacer declaración alguna de principios en materia religiosa, sino solamente evitar que los jóvenes socialistas pertenecieran a entidades que los combatían.

Un delegado recordó los acuerdos adoptados en materia religiosa en el primer Congreso de Juventudes Socialistas, y que se habían tomado porque la Iglesia Católica era más un partido político que una comunión espiritual.

En ese momento intervino la presidencia avisando que el Congreso podía hacer una declaración de laicismo y no de ateísmo, pero que podía producir disgustos y privar a las Juventudes de “elementos sanos”. Así pidió que en la proposición se sustituyese la palabra “religioso” por la de “católico”.

Entonces, la delegación de Alcoy expuso que quería que se modificase su proposición, diríamos, en un sentido muy respetuoso con los sentimientos religiosos, porque lo que se pedía con el cambio era que se prohibiese a los jóvenes socialistas pertenecer a organismos que fueran contra los principios socialistas.

Al final, un grupo de delegados planteó una proposición, que sería aprobada. Por la misma se afirmaba que el III Congreso Nacional de la Federación de Juventudes Socialistas de España se ratificaba en su posición sobre este problema, manteniendo íntegras sus aspiraciones, haciendo público que como demócratas respetaban los “principios primitivos del cristianismo” y como liberales, repudiaban toda actuación de instituciones que, a título de cristianas, pero separadas de su total función del verdadero sentido cristiano, constituían un obstáculo al progreso, a la enseñanza a la libertad y a las aspiraciones económicas del proletariado, siendo sostén del injusto régimen político y social existente.

Estaríamos, por lo tanto, en un ejercicio clásico de anticlericalismo socialista, poniendo en el énfasis en el poder de la Iglesia como sostén de un régimen político, social y económico, considerado injusto, sin olvidar otros aspectos relativos al anticlericalismo más clásico sobre la enseñanza y la libertad. Hemos trabajado con el número 6316 de El Socialista.

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