Mujer y cooperativismo en la década de los años veinte

Historia

Para conocer el impulso del cooperativismo femenino en la década de los años veinte, primeramente, debemos retroceder en el tiempo.

En los años ochenta del siglo XIX destacó la figura de Alice Acland, una maestra que, en distintas publicaciones, defendió la creación de una organización para promocionar actividades educativas destinadas a madres e hijas. En este sentido, comenzó a perfilar la Liga de Mujeres para la difusión de la Cooperación. En 1883 tuvo lugar el primer Congreso de esta organización en Edimburgo, comenzando a extenderse fuera del Reino Unido. En principio, se dedicaba a la difusión de las ventajas del trabajo cooperativo femenino, pero no tardó en interesarse por otras cuestiones en defensa de los derechos de la mujer, del sufragio y de la salud, principalmente.

La Liga o Gremio o Guilda, como no tardaría en llamarse, tuvo un renovado impulso a finales del siglo XIX de la mano de Margaret Llewelyn Davies. En 1910 reunía ya a más de treinta mil miembros, teniendo un gran éxito al conseguir que los seguros sociales relacionados con la maternidad se incluyesen en la Ley Nacional de Seguros de 1911. Este éxito impulsó la proyección de la organización por todo el país, y también fuera del Reino Unido. Durante la Gran Guerra desarrolló una intensa campaña por la paz. Las mujeres europeas siempre tendieron a un claro pacifismo.

Después del conflicto nacería la Asociación Internacional de Mujeres Cooperativas, en 1921. Una de sus fundadores fue Alice Honora Enfield, otra profesora británica, y que sería también una gran luchadora por la paz en los años treinta.

Pues bien, Alice Honora Enfield escribió un informe en el Bulletin Cooperatif Internacional, que recogió el periódico obrero español El Socialista, que nos permite profundizar en el conocimiento de la acción de esta Asociación Internacional en favor del cooperativismo en la primera mitad de los años veinte.

A comienzos del año 1924 se reunión en Bruselas el Comité Internacional de Mujeres Cooperativas (“cooperatistas”) donde se tomó la decisión de emprender una especie de campaña internacional sobre el trabajo doméstico y a domicilio. Al parecer, la representación austriaca había elaborado un memorándum y un cuestionario, y que iba a servir de base para este trabajo. Por su parte, las delegadas de Finlandia habían trabajado sobre las ventajas de los procedimientos económicos del trabajo doméstico y a domicilio.

Las holandesas se habían movilizado en favor del nuevo lavadero cooperativo de La Haya. Se trataba de un proyecto que había comenzado veinte años atrás, pero que su consecución se había dilatado en el tiempo por falta de fondos para la instalación de las máquinas, pero ahora se había conseguido.

La Unión Cooperativa Alemana de Checoslovaquia se había dedicado a promover el cooperativismo femenino en el país. En septiembre del año 1923 celebró su VIII Congreso, donde se había votado una resolución en este sentido. Al parecer, la resolución se tomó a partir de la consideración de un informe presentado por una mujer, un hecho que no se había producido con anterioridad, y que suponía, a juicio de Enfield, un avance considerable entre las mujeres de Checoslovaquia. También se había pedido que las mujeres estuvieran representadas en el seno de esta organización.

La Liga Belga de Mujeres Cooperadoras había celebrado una serie de mítines con gran éxito, consiguiendo un aumento en la afiliación. Algunos de estos actos habían permitido discutir cuestiones relativas al cooperativismo, presentar y discutir informes, etc. Al parecer, eran reuniones muy concurridas seguidas de veladas musicales, recepciones y comidas. La Unión Cooperativa de Charleroi se estaba movilizando especialmente.

En Escocia las mujeres vinculadas al movimiento habían elaborado un programa de invierno, y habían impulsado temas educativos en varios cursos: “el comercio cooperativo”, “sindicalismo y cooperación”, “el partido parlamentario cooperativo” eran los principales.

Hemos trabajado como principal fuente con el número 4678 de El Socialista.

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