Socialdemocracias, con Enrique Múgica

Política

Seguimos intentando definir conceptos vinculados con el socialismo y la izquierda en esta España nuestra donde percibimos cierta desorientación. Para ello estamos buceando en la Transición donde encontramos materiales harto sugerentes que nos ayudan a reflexionar y también a combatir, en la medida de lo posible, ciertas frivolidades que padecemos. Ya hemos acudido a Elías Díaz sobre la relación entre dictadura del proletariado y democracia, ahora vamos con la socialdemocracia, o mejor dicho, las socialdemocracias, y con Enrique Múgica.

 

Recién “legalizados” los partidos políticos en 1977, y antes de la convocatoria de las elecciones legislativas hubo un cierto debate sobre lo que era socialdemocracia, y en este contexto Enrique Múgica intentó poner un poco de orden en algo que parecía lleno de demagogia. Al parecer, había determinados sectores que, según nuestro autor, procedían del propio sistema (“personalidades ligadas a la época azul y de altos funcionarios del antiguo régimen), que querían sustraer el concepto de sus raíces originales para dejarlo en “mera palabrería” con un fin electoral, ya que, como tenía connotaciones con la democracia, la economía y la sociedad, poseía un evidente tirón popular.

Múgica hablaba de que se trataba de una operación para apoderarse del concepto. Es curioso, pero eso de apoderarse de conceptos que no le son propios ha sido una tónica de la derecha española hasta hace bien poco, aunque ahora con la irrupción institucional de la extrema derecha, como nunca habíamos visto, la cuestión se ha complicado un poco. Ese ejercicio de apoderarse del concepto de socialdemocracia obedecería, siempre según Múgica, a un intento de arrinconar al socialismo en una especie de marxismo primario y demagógico, y a reducir al Partido Socialista a una formación de trabajadores manuales, marginándolo de los profesionales, los intelectuales y las clases medias.

Se trataba, en fin, de atraer a amplias capas populares que aspiraban a una sociedad del bienestar que estaban viendo en Europa y que, evidentemente se asociaban a las políticas desarrolladas por los partidos socialdemócratas. El problema era que los “nuevos socialdemócratas españoles” obviaban que esos partidos eran de masas, y no formaciones de notables, además de que esos avances pretendían ser más que medidas correctoras del capitalismo, etapas para la abolición de estructuras injustas.

Al parecer, no fue Múgica el primero que desenmascaró a los “socialdemócratas hispánicos”, sino que fue, nada más y nada menos, que Willy Brandt, que los denominó “liberales reformistas”, y que se habían incorporado a la UCD. Esos socialdemócratas hispanos cubrían, de ese modo, una apariencia de no derecha, para fines electorales, acusando al Partido Socialista de radical y sectario. Por cierto, esta acusación sí ha renacido en los últimos tiempos, desde el momento de la moción de censura y el gobierno de coalición. El Partido Socialista habría vuelto a ser “radical y sectario”, pero ahora por su supuesto maridaje con la extrema izquierda.

Estas ideas han sido consultadas en un artículo que Enrique Múgica publicó en El Socialista del día 15 de febrero de 1977.

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