Civilización versus Barbarie
En estos días de campaña se me ocurrió poner unas frases en una de las redes sociales sobre las elecciones en las que realizaba un llamamiento para votar, y aludía a la dicotomía entre civilización y barbarie. Un conocido, una persona sabia del gremio de los historiadores, después de decir que votaría me reprendió por lo que había escrito afeándome que fuera tan exagerado. En principio, no dejaba de tener cierta razón, y más porque conviene rebajar esos tonos tan exaltados que estamos viviendo y, sobre todo, padeciendo. Pero luego se pone uno a reflexionar, y termina dándose cuenta que la barbarie sí se ha adueñado de esta campaña donde escuchamos mensajes que no recordábamos o que se habían quedado en la marginalidad allá en los inicios de la Transición, mientras que algunos son hasta novedosos, habida cuenta de la expansión del populismo extremista de raíz norteamericana y de otros países europeos. Y no sólo se emiten esos mensajes, también estamos viendo unas formas de expresarse, de atacar al contrincante y hasta de mentir que se acercan, lo siento mucho, insisto, a la barbarie.
Así pues, mensajes, y mensajeros, y barbarie, mucha barbarie.
¿No es barbarie aludir a que se puedan cerrar canales de televisión, en un ejercicio de arbitrariedad y de ataque a la libertad de expresión?
¿No es barbarie que se defienda el uso de armas por parte de los particulares?
¿No es barbarie la oleada de homofobia electoral y eclesiástica de estos tiempos?
¿No es barbarie atacar la legislación que lucha contra la violencia de género en distintos frentes?
¿No es barbarie afirmar que las mujeres no tienen el mismo nivel de competencia en el deporte?
¿No es barbarie pedir el fin del sistema público de pensiones?
¿No es barbarie afirmar que el presidente del gobierno se sienta con asesinos en una mesa?
¿No es barbarie aludir a que, en relación con la eutanasia, se pueda llegar a matar a personas mayores?
¿No es barbarie el nivel de mentiras y medias verdades al que hemos llegado en los últimos tiempos, especialmente en las redes?
¿No es barbarie afirmar que para echar a este presidente del gobierno en funciones valen los apoyos de la extrema derecha?
¿No es barbarie inventarse invasiones de inmigrantes y lanzar un tufillo xenófobo por doquier, aplicado, además, en un ejercicio de anacronismo, al pasado histórico?
¿No es barbarie cómo ha conseguido la extrema derecha contaminar el lenguaje y el mensaje político de la derecha?
¿No son barbarie esos gritos, insultos, faltas de respeto, ataques al contrincante en vez de rebatir sus ideas con argumentos?
Los ejemplos se pueden multiplicar y llenaríamos más páginas, pero creo que con estos bastan. Esos mensajes y esos personajes existen fuera de España, pero también es cierto que en Europa se levantan muros por parte de fuerzas políticas conservadoras que se niegan a entrar en ese juego, de dejarse contaminar, de bajar al populismo más demagógico, al insulto, y a la mentira institucionalizada. Esos mensajes y esos personajes manchan de forma indeleble, y en países con mayor grado de civilización política y de cultura democrática saben que son borrones casi imposibles de lavar. Pero el grado de civilización y cultura políticas en España es muy bajo, gracias a nuestro pasado reciente que arrasó con todo. Siento ser tan categórico, pero no todo vale: votar mensajes de odio hacia muchos españoles y españolas mancha, y mancha a quienes se puedan servir de esos diputados para intentar echar al supuesto peligro que supone el señor Sánchez, en este moderno delirio de reconstrucción de la anti-España, con elementos de lo que ya se diseñó en el franquismo, pero también con otros nuevos.
No se trata de respetar otras formas de entender cómo se debe dirigir un país, de cómo y dónde se puede invertir, qué hacer con este sector económico o con el otro, qué Presupuesto hay que aprobar en las Cortes, o cómo organizar el territorio, se trata de no ser tolerantes con mensajes e ideas de odio y barbarie. Por mi parte prefiero quedarme en el territorio de la civilización.