La movilización de los jóvenes socialistas por el voto femenino en 1924
Las Juventudes Socialistas españolas decidieron en mayo de 1924 (en ese momento, Regino González era el secretario y Cayetano Redondo el presidente del Comité Nacional) que había que movilizarse al servicio del Partido Socialista, justo en un momento que se consideraba propicio para que los jóvenes socialistas se empeñasen en prepararse para el futuro cuando se normalizase la vida constitucional, porque, como bien sabemos, hacía unos meses que se vivía en Dictadura, la de Miguel Primo de Rivera, pero también porque acababa de aprobarse el Estatuto Municipal, y en ese sentido, ya podían votar algunas mujeres si cumplían algunos requisitos, especialmente las solteras. En todo caso, como bien sabemos, la normalización de la vida política tardó bastante tiempo, y un poco más que las mujeres tuvieran ya garantizado su derecho al sufragio.
Los jóvenes socialistas consideraron en esa primavera que su objetivo primordial era “iniciar a las mujeres obreras en este camino de la ciudadanía”, porque pensaban que eran los más indicados. En este sentido, debemos recordar que las Juventudes Socialistas y los Grupos Femeninos Socialistas marcharon durante mucho tiempo muy unidos, como lo demostraría que ambas organizaciones solían realizar actos conjuntos de todo tipo, como, por ejemplo, las celebraciones de los aniversarios de las fundaciones de sus diversas organizaciones.
Los jóvenes tenían que trabajar en sus respectivos ámbitos personales con las mujeres de sus familias, trabajo y en el ámbito de las amistades. Se debía emprender una labor educativa para alentar “con cariñosa solicitud” a la mujer para que abandonase los que se consideraban prejuicios seculares que la habrían mantenido como una verdadera esclava moral y material, con el fin de que se incorporase al movimiento obrero internacional donde se estaba demostrando la adhesión fervorosa de la mujer, poniendo como ejemplos a destacadas socialistas europeas con responsabilidades como Nina Bang en Dinamarca y Margaret Bondfield en Inglaterra. No cabe duda que, en estas concepciones, había una mezcla de sincera lucha en favor de la emancipación de las mujeres, con cierto paternalismo, una ambivalencia que perduró mucho tiempo en el seno del socialismo español. Si por un lado, la mujer debía ver alcanzados sus derechos sociales, económicos, sindicales y políticos, por otro, se la consideraba una menor que debía ser educada en estos ámbitos por los compañeros, como en este caso los jóvenes.
La proximidad de los jóvenes con las mujeres de su edad, así como, imaginamos con las de sus respectivas familias, se tenía como un factor de gran valor para promover la difusión de las ideas socialistas. Y se recordaba, al respecto, la conveniente inspiración en los consejos que había dado en su día Jaime Vera en su “Carta a los jóvenes”.
Hemos empleado como fuente principal el número 4766 de El Socialista, del día 17 de mayo de 1924.