El manifiesto de los socialistas franceses y alemanes contra el aumento de armamentos (1913)

Historia

En el invierno de 1913, ante la presentación de nuevos proyectos de ley para aumentar el gasto militar tanto en Francia como en Alemania, dentro de la carrera armamentística que se desarrolló en la época, ya a punto de que estallara la Gran Guerra, la SFIO y el SPD elaboraron y publicaron un Manifiesto al respecto, que rescatamos en el presente artículo.

 

Los socialistas de ambas potencias consideraban que era un deber unirse más estrechamente para librar juntos la batalla contra los que consideraban insensatos procederes de las “clases directoras”.

Protestaban contra la escala de armamentos que agotaban a los pueblos, y que obligaban a aplazar las obras de la civilización, es decir, que los gastos militares impedían inversiones en sectores y ámbitos considerados mejores. Pero, además, esa carrera fomentaba más las desconfianzas recíprocas, y en vez de asegurar la paz suscitaban conflictos que podían conducir a una catástrofe universal, con la consiguiente miseria y destrucción.

Los socialistas de ambos países manifestaban que tenían derecho a considerarse intérpretes de los dos pueblos porque afirmaban que la mayoría de mismos quería la paz y abominaba de la guerra. Serían las “clases directoras” las que en ambos países provocaban artificialmente a los ciudadanos en vez de combatir los antagonismos nacionales, atizando la hostilidad recíproca y desviando de esa manera a los pueblos “de sus esfuerzos civilizadores y de su batalla emancipadora”, un argumento muy empleado por el movimiento obrero a la hora de criticar las consignas nacionalistas y patrióticas, aunque éstas terminarían siendo decisivas en los momentos en los que estalló la Guerra, confirmando el fracaso del socialismo internacional, como bien sabemos.

El manifiesto expresaba que para asegurar a la vez el mantenimiento de la paz, la independencia de las naciones y el progreso de la democracia en los Estados los socialistas reclamaban que todos los conflictos se regulasen a través del arbitraje porque resolverlos por la violencia era considerado como bárbaro y vergonzoso.

Los socialistas reclamaban que los ejércitos permanentes, al ser considerados como una amenaza permanente, fueran sustituidos por milicias nacionales, establecidas sobre bases democráticas y con un único objetivo defensivo.

Si al final se imponían nuevos gastos militares los socialistas de ambos países se comprometían a luchar enérgicamente para que las cargas recayesen sobre los ricos.

Los socialistas de ambos países querían manifestar el doble juego de los “patrioteros” y de los suministradores de armamento que en Francia hablaban de la afición de los socialistas alemanes hacia el militarismo, y en Alemania presentaban a los socialistas franceses como partidarios de ese mismo militarismo.

Los socialistas insistían en su lucha contra el patriotismo en ambos lados de la frontera, y por coordinar un esfuerzo común en favor de la unión pacífica y amistosa de las dos naciones civilizadas.

El Manifiesto no podía dejar de aludir a la Internacional, asentada sobre la libertad y la independencia aseguradas a todas las naciones.

Ambos Partidos querían dejar muy clara a la opinión pública que proseguirían su lucha contra el militarismo, la guerra y en pro de la paz.

Jaurès opinó en L’Humanité que en el Manifiesto aparecía claramente el pensamiento del socialismo. El destacado socialista francés, paladín, como sabemos, de la paz, habló de como la locura de los armamentos habían provocado que los socialistas de los dos países estrechasen más su unión, teniendo la idea de celebrar una manifestación común. Explicaba cómo se había gestado el Manifiesto. Al parecer, Albert Thomas había salido para Berlín con la propuesta francesa cuando al mismo tiempo llegaba a la SFIO una carta de los socialistas alemanes con el mismo propósito.

Por su parte, Vorwaerts, el órgano del SPD, exponía que el proletariado había hecho patente su voluntad de defender el pacifismo. No se trataba solo de realizar acciones en determinados momentos, sino de un trabajo constante y en común contra los armamentos y el crecimiento del militarismo. El periódico socialdemócrata insistía mucho en ese trabajo en común entre todos los miembros de la Segunda Internacional, siendo el Manifiesto un paso importante en esa dirección. Además, se ponía término a las que se consideraban como calumnias en relación con las supuestas discrepancias entre ambas formaciones políticas. Hemos trabajado con el número 1404 de El Socialista de 7 de marzo de 1913.

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