Los socialistas y el Sahara ante los Acuerdos Tripartitos de Madrid
Los socialistas habían expresado repetidamente que la única solución al problema saharaui pasaba por la autodeterminación del territorio, basada en un referéndum a través del cual se respetase la voluntad del pueblo saharaui. Esta solución venía respaldada por los acuerdos aprobados por la ONU, por la resolución del Tribunal Internacional de la Haya, y por la posición del Frente Polisario, representante de dicho pueblo.
Pero habían llegado los Acuerdos Tripartitos de Madrid firmados el 14 de noviembre, en plena agonía de Franco, entre los gobiernos español, marroquí y mauritano. Por los mismos, como sabemos, España ratificaba su resolución de descolonizar, procediendo a instituir una Administración temporal en el territorio en la que participarían Marruecos y Mauritania, en colaboración con la Yemaá, y a la cual serían transmitidas las responsabilidades y poderes.
Los socialistas calificaron los Acuerdos como una venta al mejor postor, en este caso, Marruecos y Estados Unidos. España había sido incapaz, a pesar de sus iniciales compromisos, de hacer frente a la responsabilidad histórica de entregar el territorio del Sahara a sus habitantes. Pero también se acusaba a las Naciones Unidas de menospreciar sus propios acuerdos, lavándose las manos porque aceptaba el acuerdo, y que liberaba del chantaje que suponía la amenaza de un conflicto armado en la zona.
Los Acuerdos impedían la celebración del referéndum y también la autodeterminación del pueblo saharaui, porque se preveía la cesión en un corto plazo de la soberanía a Marruecos. España, además, exponía a las Islas Canarias al afán expansionista marroquí. Eso sí, España mantenía sus intereses en los yacimientos de fosfatos de Bu-Craa, Y, por fin, se reforzaba la posición de la monarquía de Hassan II. Este aspecto sobre el fortalecimiento del rey se remarcó mucho por parte de los socialistas. Hassan II habría conseguido plenamente sus objetivos. Por una parte, había obtenido la anexión del territorio y, además los fosfatos podrían aliviar la mala economía de Marruecos, un país sumido en la pobreza de sus habitantes. Pero, por otra parte, aseguraba su trono frente a las fuerzas progresistas del país.
Este aspecto era importante para los socialistas españoles porque insistían en que el monarca temía no tanto la posibilidad de que la marcha verde que, según esta visión habría sido respaldada y planificada logísticamente por Estados Unidos, se volviera contra él de no haber conseguido sus objetivos, sino el establecimiento de un régimen socialista en el Sahara. La monarquía habría tenido muy pocas posibilidades de sobrevivir entre Argelia y el Sahara y ante una ruptura democrática en España. Por su parte, el régimen franquista no estaría interesado en la caída de la monarquía marroquí y su sustitución por un régimen progresista. En conclusión, Mauritania, Marruecos y España habrían jugado a la política de los hechos consumados y a costa del pueblo saharaui, que veía frustradas sus esperanzas de libertad e independencia. Así pues, los socialistas españoles expresaban su solidaridad con el pueblo saharaui y con el Frente Polisario, su representante. Es más, se afirmaba que en su lucha armada no solamente estaba el germen de su libertad como pueblo sino también un foco revolucionario que pudiera inducir al pueblo marroquí a liberarse del régimen feudal que padecía.
La posición socialista se publicó en el número del 16 de marzo de 1975 de El Socialista.