La defensa de la jornada de ocho horas de los obreros textiles alemanes (1922)
Al terminar la Gran Guerra la patronal en muchos países europeos pretendió que se anulase la jornada de ochos horas como medio para superar la crisis, provocando la reacción del movimiento obrero. En diversos artículos en El Obrero hemos estudiado algunos de estos casos. En el presente trabajo nos acercamos a la movilización de los obreros textiles alemanes a finales de 1922 sobre esta cuestión.
El Consejo de la Unión Alemana de los Trabajadores textiles, que contaba con más de medio millón de obreros y casi cuatrocientas mil trabajadoras, se reunió en Leipzig, votando por unanimidad una resolución oponiéndose al retorno de la jornada de diez horas, pedida por los patronos, afirmando además que dicha medida sería contraria a los intereses nacionales.
Ese intento de volver a la jornada de las diez horas era calificado por el Consejo como inaceptable porque la economía alemana dependía casi en su mitad del trabajo de las mujeres y los jóvenes, y eso repercutiría en su salud.
Además, se consideraba que los patronos atacaban gravemente los intereses nacionales abandonando el perfeccionamiento de los medios técnicos de trabajo, es decir, que no se habían preocupado de investigar e invertir en tecnología para aumentar la producción.
Pero el movimiento obrero alemán no sólo protestaba sino que también planteaba medidas para aumentar la producción.
En primer lugar, se solicitaba una solución a la cuestión de las reparaciones teniendo en cuenta los intereses de todos los pueblos. En segundo lugar, había que solucionar los problemas del cambio para estabilizar el marco. También había que buscar soluciones a los problemas comerciales entre las naciones. En cuarto lugar, se planteaba la necesidad de que se perfeccionasen los medios de producción que no se hubieran mejorado desde 1914 a causa de la guerra. Había que perfeccionar también la organización de las empresas y de la división del trabajo, sobre todo en la industria textil. En esta línea, era necesaria la estandarización de la producción en la medida de lo posible. Los Consejos de empresa tenían que señalar los métodos atrasados de trabajo, así como la organización defectuosa de las empresas. Para que se cumpliesen todas estas medidas en favor de la producción y de la mejora de la productividad, que es por lo que luchaban los trabajadores organizados alemanes, era necesaria la creación de organismos reconocidos por la ley. En todo este proceso era necesaria la participación de los sindicatos, es decir, también se abogaba por el control obrero.
Hemos trabajado con el número 4333 de El Socialista, de 30 de diciembre de 1922.