La Conferencia de mujeres socialistas de Viena de 1931
En anteriores trabajos hemos avanzado sobre el feminismo socialista en los años veinte y comienzos de los treinta en Europa, con especial atención hacia el Congreso de Marsella. En este nuevo trabajo nos acercamos a la IV Conferencia de mujeres socialistas que tuvo lugar en Viena, en paralelo al Congreso de la Internacional Obrera Socialista, en el mes de julio de 1931.
A la reunión asistieron 300 delegadas de 27 países. La mesa presidencial estuvo ocupada por Baltny (Checoslovaquia), Jennie Adamson (Inglaterra), Alice Pels (Bélgica), Adelheid Popp (Austria) y la secretaria, la holandesa Wibaut. Abrió la Conferencia la austriaca Adelheid Popp. En su discurso indicó que la consigna de las Conferencias de Hamburgo de 1923, de Marsella de 1925 y de Bruselas de 1928, “Nunca más guerra” era también la de la reunión vienesa. Afirmó que había aumentado el número de mujeres que formaban parte de la Internacional. Si en 1925 eran 740.000 en el verano de 1931 ya eran 1.280.000. Popp también habló de las dificultades con las que había nacido en la posguerra la República de Austria, y como el miedo a la supuesta influencia reaccionaria de la mujer, al verse reconocido el sufragio universal, no se había complido en su país, ya que muchas mujeres habían nutrido al electorado socialdemócrata. Por su parte, Louis de Brouckere, en nombre de la Internacional, señaló la importancia de la influencia de las mujeres en los momentos críticos.
También habló Zeitz, el alcalde de Viena, para expresar la fuerza de la mujer en la socialdemocracia austriaca. Aprovechó para explicar los esfuerzos socialistas en el Ayuntamiento de la capital austriaca, para terminar expresando que deseaba que llegara el momento en el que no hubiera más que una organización en la que mujeres y hombres trabajasen juntos.
Winter, en nombre de la Internacional de la Educación, trató de la importancia de comenzar la educación socialista desde la infancia. La alemana Tony Sender habló contra el fascismo italiano y polaco, así como del auge de la reacción en Hungría y Yugoeslavia, vinculando este fenómeno con el peligro creciente de guerra, pero también con el retroceso que suponía para los derechos de las mujeres.
Por su parte, Rozenthal de la Asociación Judía de Polonia expuso las quejas de los judíos de Polonia oprimidos por el fascismo, sin olvidar los peligros que suponía el clericalismo y el propio sionismo, aspectos que se solían olvidar. Terminó reclamado para las mujeres judías polacas, “pan y libertad”.
Hemos consultado los números 7009 y 7012 de El Socialista. En la Hemeroteca de El Obrero encontraremos los artículos sobre la reunión de Marsellla y los avances del feminismo socialista.
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