La situación de los trabajadores en Almoradí hacia 1930

Historia

El destacado sindicalista y socialista Manuel Cordero ofreció en julio de 1930 un análisis exhaustivo de la situación laboral y salarial de los trabajadores en una localidad rica en recursos agrícolas, Almoradí, en la comarca de la Vega Baja del Segura, cerca de Callosa de Segura, en la provincia de Alicante. Dada la importancia del personaje y su conocimiento creemos que es un testimonio a tener en cuenta.

Almoradí tenía una tierra fecunda, los terratenientes eran ricos y los braceros, como ocurría en todas partes, pobres. Había arriendo y subarriendo. Un grupo se había hecho con las tierras mediante contratos ventajosos, consiguiendo duplicar o triplicar el precio de la renta. Se pagaban veinte duros por tahúlla, que era una medida de tierra que en la zona de Orihuela era de 1185 metros cuadrados. De esta manera, esa minoría se había hecho millonaria a costa del arrendatario porque todo se lo llevaba la renta. Los salarios eran fijados por los patronos. Por las mañanas, los obreros se presentaban en la plaza para ser contratados, y allí iban de corro en corro a ver quien les ofrecía más. Al parecer, había una especie de ritual con una copa de anís, que se tomaba para sellar el contrato. Un obrero podía echarse atrás si le llegaba una oportunidad más ventajosa pero siempre y cuando fuera antes de beber la copa de anís. A pesar de las duras condiciones que contaba Cordero, el mismo afirmaba que no era una tierra de emigración porque al ser tan rica no había paro, es decir que trabajo siempre había. Eso sí la jornada laboral era extenuante porque dependía del patrono y de la luz natural. El trabajo en la Huerta del Segura era muy duro. Un trabajador de la zona al llegar a los cuarenta y cinco años ya era viejo y no eran contratados o se les hacía contratos con condiciones inferiores. Había un ambiente “caciquil, arbitrario, despótico”, porque imperaba la ley del dueño de la tierra.

Pero en Almoradí también había fábricas. Eran de conservas, donde se explotaba a mujeres y niños. Las jornadas eran muy largas y los salarios muy bajos. Los dueños de la fabricaba prohibían la sindicación. En Almoradí la legislación social no se cumplía. La inspección de trabajo visitaba las fábricas, pero los patronos sabían de antemano cuando eran esas visitas. Por su parte, Cordero había averiguado que los trabajadores firmaban que percibían cantidades especiales por las horas extraordinarias cuando, en realidad, no las percibían. Se daba el caso de presiones a los adolescentes que trabajaban para firmar esos documentos. Pero, además, en las fábricas no había protecciones en relación con las máquinas, ni botiquín, y se habían producido accidentes graves, y que había generado algún pleito.

El informe de Cordero se publicó en el número del 18 de julio de 1930 de El Socialista.

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