Los nacionalistas -españolistas y catalanistas- han gestionado los asuntos públicos de forma nefasta en los últimos años desde Madrid y Barcelona. El Estado del Bienestar no es la patria de los nacionalistas, no les interesa, les incomoda y lo combaten con dureza, a pesar de que muchos de sus protagonistas viven o han vivido del Estado siempre.
El PP, el principal partido nacionalista de España, hasta ahora, ha herido los derechos sociales como nunca nadie en este país lo había hecho desde que llegó la democracia, y entró de lleno en la limitación de los más clásicos, como los relacionados con las libertades de expresión y manifestación. Pero el nacionalismo catalán ha hecho algo parecido en su ámbito, provocando problemas tan graves como las que se padecen en el ámbito sanitario, mientras no se legisla, o se gasta el dinero en cuestiones de supuesta amplia prioridad relacionadas con esa huida hacia delante hacia la tierra prometida de la independencia, que todo lo solucionará seguramente. A unos y otros no les interesan los colegios públicos de primaria, los institutos públicos de secundaria, los hospitales públicos, la dependencia, la atención a los mayores, etc. Eso no es patriótico. Lo patriótico es apelar a la unidad sagrada de España, supuestamente alcanzada por los Reyes Católicos, al calor de la rendición de Granada en un enero, que debió ser muy frío, o a la Cataluña vilipendiada por las supuestas felonías cometidas por un rey francés a comienzos del siglo XVIII. Pero, ni España fue creada por los dos Trastamaras más interesantes de una fascinante dinastía, por mucho que quisieran imponer un modelo de monarquía autoritaria, pero que tuvieron que las leyes y fueros de sus respectivas Coronas, como luego sus herederos austriacos, a pesar de un Olivares centralista y que fracasó; y, siendo cierto que se terminaron las libertades catalanas con los Decretos de Nueva Planta, su naciente burguesía aprovechó la situación para acumular capital en el comercio americano antes vetado, base fundamental de la revolución industrial que hizo de Cataluña uno de los espacios más modernos y dinámicos del Mediterráneo decimonónico, y posteriormente.